miércoles, 28 de marzo de 2012

Frase del día

“No hay nada mejor que un amigo, a menos que sea un amigo con chocolates.” – Charles Dickens

lunes, 26 de marzo de 2012

Historia de los Huevos de Pascua

La relación entre el popular “Huevo de Pascuas” y la tradicional fiesta cristiana data de hace siglos. Nace de antiguos mitos paganos reinterpretados por los cristianos y que llegaron hasta la actualidad bajo la forma de un frágil receptáculo de chocolate que en muchos de los casos contiene una sorpresa en su interior.

La aparición de esta delicia surge en el contexto de la “Semana Santa”. En esta semana se recuerda la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús. Con el “Domingo de Ramos” se evoca la entrada de Cristo en Jerusalén. Según la fe católica, el pueblo judío le dio la bienvenida agitando ramos de olivo. 
A partir del jueves santo, día en que se conmemora la Ultima Cena, la liturgia religiosa adquiere mayor importancia. El viernes santo se evoca el tormento de Cristo en su marcha hacia el Calvario y el domingo, con la Pascua de Resurrección, se festejará el paso de la muerte a la vida del Hijo de Dios.

Las tradiciones en esta fiesta han ido variando con el correr de los siglos hasta llegar a convertirse, para la gran mayoría de la gente, en una semana donde no se trabaja y se comen los famosos huevos de Pascua. De hecho, el Domingo de Pascuas es uno de los dos días del año en el que se consume más chocolates (el otro es la Navidad).

El huevo es en general símbolo de origen, de fertilidad y de nacimiento, y como la serpiente, el agua y la paloma, constituye un elemento más de la Pascua cristiana y judía.

En principio, el huevo adquirió importancia dentro de la mitología egipcia cuando el Ave Fénix se quemó en su nido y volvió a renacer más tarde a partir del huevo que lo había creado inicialmente. También los hindúes sostenían que el mundo había nacido de un huevo.

A partir de San Agustín, el huevo comienza a adquirir el significado místico de la resurrección y al regalarlo, los cristianos expresan su fe en la inmortalidad y en la salvación del alma, según afirmación de los teólogos modernos.

Los huevos de pascua en la antiguedad eran de gallina y de pato, y en la Edad Media les eran regalados a los chicos durante las celebraciones.

El caso específico del huevo de chocolate nace en la Corte del Palacio de Versalles, Francia. En el siglo XVI, el Rey francés  Francisco I recibió el primer huevo con “sorpresa” que haya quedado documentado: en su interior encontró una miniatura grabada que representaba la “Pasión”.

En los inicios del cristianismo, los huevos de gallina o pato eran pintados de “rojo”, como tributo a la sangre de Cristo, después se agregaron el “marfil”, representando el sudario, luego el “verde”, como símbolo del renacer de la naturaleza en primavera, el “azul”, que recuerda la paz de la época pascual, el “amarillo”, para significar la luz temprana del día de la resurrección, y el “púrpura” para recordar la Pasión de Cristo.

Al tiempo, los cristianos comenzaron a obsequiarse huevos durante la Semana Santa con regalos y al principio el siglo XIX, en Alemania, Italia y  Francia, aparecieron los primeros huevos hechos con chocolate con pequeños regalos adentro.

En sus comienzos, eran pintados a mano con colores estridentes que representaban la luz del sol. Los huevos se hacían uno a uno con un molde prefabricado, lo que dificultaba mucho su elaboración masiva. Los colores estridentes fueron apareciendo con las grandes producciones de huevos, por los años 20 y 30 del siglo XX.